Los cimientos y suelos en contacto directo con el terreno sufren un rápido deterioro debido a la humedad por capilaridad, que puede, incluso, ir subiendo por la pared dañándola. Para que no surjan problemas en el futuro, siempre deben aislarse correctamente con alguna de las múltiples soluciones que ofrece el mercado. Te contamos las características de cada una, para que elijas la más adecuada en cada caso.
Es la que se transmite desde el terreno a la zona baja de los muros a través de una cimentación mal aislada. Este tipo de humedad puede ser ocasional, cuando sube el nivel freático del terreno debido a fuertes lluvias, o permanente, si el nivel freático del terreno es muy alto.
Un sótano o construcción enterrada cuyos cimientos se encuentran por debajo del nivel freático debe estar muy bien impermeabilizado o surgirán irremediablemente problemas de humedad.
Es el nivel al que se encuentran las aguas subterráneas en la zona donde se ha construido la casa. Un nivel freático alto indica que las aguas están permanentemente muy cerca de la superficie y a la inversa.
Láminas protectoras.
Se trata de capas que actúan como barrera frente a la humedad, bien en vertical en muros enterrados, bien en horizontal. Pueden ser de distintos materiales y características.
Láminas de drenaje.
Se utilizan para el drenaje de cimentaciones, de trasdós de muros y de elementos enterrados o suelos en zonas exteriores. Realizadas en polipropileno, llevan una capa geotextil por cada cara. Absorben y filtran el agua del terreno y tienen buena resistencia a la perforación. Son una solución económica para prevenir problemas de humedad.
Geotextiles.
Suelen colocarse como complemento a otros sistemas, ya que su principal función no es la impermeabilizar sino la de ayudar al drenaje de la humedad y a proteger la lámina aislante. Pueden estar fabricados en:
Membranas de PVC.
Son finas láminas de menos de 1 mm de espesor de PVC plastificado que evitan la transmisión de humedad por capilaridad. Se pueden usar junto con geotextiles para conseguir un buen drenaje.
Emulsiones bituminosas: se aplican con brocha, rodillo o pistola sobre cementos, hormigón, mortero o ladrillos y sirve a la vez de imprimación e impermeabilización. Están especialmente pensadas para muros enterrados o sometidos a humedad y cimientos. Se adhieren y penetran muy bien en el soporte, que debe estar sano, sin zonas mal fijadas o que se desprendan fácilmente, sin grasa, ni óxidos. No llevan disolventes ni fenoles y pueden aplicarse bajo una lámina asfáltica y añadirse en la preparación de morteros. Entre dos capas puede intercalarse una armadura de velo, tejido de fibra de vidrio o lámina geotextil, como refuerzo.
Emulsiones bituminosas con látex: se diferencian de las anteriores en que incorporan látex a su formulación, con lo que se pueden aplicar en lugares donde podría haber problemas de adherencia o que necesiten mayor elasticidad, como es el caso de los ángulos. Se aplica por el interior en los muros de sótanos donde hay humedad por capilaridad. Puede usarse también como adhesivo de paneles de corcho, porexpan o similares.
Telas asfálticas.
Para asegurar la estanqueidad en cubiertas, elementos al aire libre o en estructuras enterradas, ya que son perfectas barreras contra la capilaridad. Las que se usan para colocar enterradas no llevan protección, por lo que no pueden situarse directamente en la intemperie.
Cintas impermeabilizantes.
Para reparaciones de telas y láminas asfálticas o para el sellado de juntas y solapes en cubiertas de todo tipo. También se utilizan para proteger determinados elementos constructivos, como ladrillos, metal u hormigón.
Son muy sencillas de colocar, porque llevan un plástico siliconado que se adhiere por presión a cualquier superficie.