Colgar, sujetar o, señalizar son solo algunos de los diversos usos de las cadenas. El diámetro y la estructura determinan la carga que pueden soportar, la resistencia a la abrasión o a la intemperie y la manejabilidad. El material con el que estén fabricadas también influye en sus características y prestaciones.
Los cables de acero y las cadenas sirven para colgar, sujetar, elevar, asegurar y señalizar. Debes tener en cuenta la estructura, el diámetro y el material de la cadena para elegir la que se ajusta al uso que vas a hacer de ella.
A la hora de escoger cadenas y cables, estas son las claves principales:
Por estructura, dentro de las cadenas de eslabones distinguimos básicamente entre las cadenas soldadas (capaces de colgar y sujetar cargas pesadas) y las no soldadas (menos resistentes y más extendidas para cargas ligeras y usos decorativos). En las cadenas soldadas, los eslabones están cerrados y no se abren aunque se sometan a una fuerte tensión. Las cadenas no soldadas llevan eslabones abiertos: se pueden abrir con herramientas específicas para separar la cadena en tramos.
En este dibujo puedes ver la diferencia entre ambas:
Las cadenas soldadas se puede clasificar de distintas formas: por tamaño, material, estructura… El primer aspecto en el que nos debemos fijar es su denominación por normativa.
En esta tabla puedes ver la clasificación de ambos tipos (con letras y con números) según su resistencia a la tensión. A mayor número o letra más cercana a la Z, más resistente será la cadena:
No son cadenas, pero pertenecen a la misma categoría ya que se emplean para usos similares. Estos cables están formados por varios hilos de acero trenzados en torsión. La clave para determinar su resistencia está en el número de hilos y su trenzado: a mayor número de hilos, más resistente será el cable.
Además del uso y la carga ten en cuenta si la cadena va a estar sometida a la agresión de agentes externos como la humedad, los rayos UV o los productos químicos.