Una de las técnicas más gratificantes para renovar el acabado de las puertas de la casa es el lacado con esmaltes o pinturas lacas. Estos productos trabajan de una forma similar a cualquier pintura o barniz, consiguiendo un resultado bello y duradero.
Existe una gran variedad de colores y tonos de lacas en función de si buscas un acabado satinado o brillante. Con ellos puedes personalizar todas las puertas ya sea utilizando un único color o haciendo una mezcla de varios. Esta técnica que puedes utilizar en las puertas sirve también para cualquier mueble o estantería de tu casa a la que le quieras dar una nueva imagen.
El lacado es una técnica decorativa ancestral que se utiliza para proporcionar un acabado muy resistente y extremadamente fino a los muebles. En sus inicios, el proceso consistía en ir superponiendo finísimas capas de savia y resinas del árbol de la laca hasta lograr un acabado perfecto. Hoy la técnica ha variado mucho y el mismo efecto se puede conseguir con productos sintéticos especiales llamados laca o esmalte laca.
En LEROY MERLIN tenemos un amplio catálogo de productos donde encontrarás grandes opciones para llevar a cabo el lacado de tus puertas. Estas son algunas de las opciones que te ofrecemos.
1. Luxens, marca de la casa
Encontrarás una gran variedad de lacas para puertas y otros muebles de interior en esta marca. Este producto está fabricado a base de agua y poliuretano y proporciona acabados muy lisos y resistentes a los golpes, manchas y arañazos. Tienes varios colores para elegir.
2. Bruger, un todoterreno
Laca ideada para renovar todo tipo de superficies de madera, en especial puertas. Otorga una gran protección a las zonas más expuestas a roces y desgastes, como bordes, esquinas y molduras de las puertas. Son de secado rápido y no desprenden olor. Los hay para aplicar en una sola capa. Sirven también para superficies de PVC y metal.
Para poder trabajar cómodamente, es aconsejable quitar la hoja de la puerta. Colócala sobre una mesa de trabajo protegiendo la superficie con plástico o láminas de papel. Quita los herrajes de la puerta, siempre que sea posible, para llegar mejor a todos los puntos y trabajar de manera más fácil.
Si no es posible sacar la puerta ni quitar los herrajes, protege todo lo que no vayas a lacar con cinta de carrocero.
Utiliza una lija de grano muy fino. Con este lijado mejorará la adherencia de la superficie y el resultado con la laca será excelente. Si fuera necesario desbastar o lijar de manera más profunda la superficie, porque esté deteriorada, utiliza primero una lija de grano más grueso y remata con una lija de grano muy fino.
Es importante que no quede nada de polvo para no complicar el resultado. Seca con un trapo, teniendo la precaución de no dejar ninguna mota de polvo, pelillos o fibras sobre la superficie de la puerta. También puedes aspirar la superficie sin dejar rastro de suciedad alguna.
Si la superficie lo necesita porque sea muy porosa o haya habido que lijar mucho, conviene aplicar una imprimación previa, en una o dos capas, según sea el resultado. Con ello se tapa el poro y se mejora la adherencia de la laca.
Abre el bote con la laca y remueve el producto, procurando que quede bien homogeneizado antes de utilizarlo.
Las partes más rugosas de las puertas, como resaltes, molduras, adornos, etc. los puedes lacar con una pequeña brocha. Las superficies más lisas se cubren con laca y un pequeño rodillo específico para lacar o esmaltar.
Haz pasadas continuas, pisando el extremo de la pasada anterior con el rodillo o la brocha. Al lacar, no hay que dejar marcas ni gotas con brochas o rodillos. Es importante que trabajes de manera constante y extendiendo al máximo el producto.
Es muy importante que sigas las recomendaciones del fabricante, ya que aparentemente la laca puede estar seca al tacto pero no completamente curada para su uso.
Si la superficie lo necesita y según el tipo de producto, aplica una segunda capa de laca de la misma manera que la anterior y deja secar antes de volver a colocar los herrajes y colgar la hoja.
Trabaja de la misma manera los cercos, marcos o jambas de la puerta, protegiendo previamente las paredes o posibles herrajes y adornos con cinta de carrocero.