La mejor época para plantar el césped natural es otoño, en septiembre, y primavera en marzo y abril. Evita las temporadas de mucho frío, calor extremo y sequía. Si vas a instalar riego enterrado o conductos eléctricos para la iluminación del jardín, efectúa estos trabajos durante la preparación del suelo.
A continuación te explicamos con detenimiento el paso a paso de cómo sembrar césped natural. ¡No te pierdas detalle!
El césped ofrece frescor a tu suelo, placer tanto al verlo como al pisarlo y, además, reduce el ruido y la polución del ambiente. Es un recurso de jardinería del norte de Europa para absorber el agua de lluvia y evitar la formación de lodo.
Ofrece en la actualidad mezclas adaptadas a las condiciones de sequedad típicas de las regiones de clima mediterráneo marítimo y continentalizado que predominan en España. Escoge la mezcla de semillas de césped adecuada para el uso que deseas:
Se siembra en dos épocas: de marzo a mayo y de septiembre a octubre. La siembra de primavera evita la asfixia por la caída de hojas muertas en las zonas con árboles pero la siembra de otoño permite un crecimiento más rápido porque el suelo todavía está caliente.
3.1 No descuides el riego
Aunque las mezclas de césped aptas para el clima mediterráneo necesitan menos riego que las más clásicas, no puedes desatender sus necesidades de agua. Ten en cuenta las especificaciones indicadas en el envase de semillas acerca de la frecuencia necesaria para hacerlo, pero recuerda valorar también las características del suelo y, sobre todo, la relación entre evaporación y transpiración en cada época del año.
Lo ideal es preparar muy bien la cama de cultivo para que puedas hacer riegos generosos y espaciados, de modo que consigas empapar bien la tierra y logres que las raíces profundicen en busca de humedad, con lo que estarán mejor preparadas para afrontar una sequía. Recuerda que, también en el caso del césped, el exceso de riego resulta tan perjudicial como su falta. El riego automático por aspersión, ya sea mediante aspersores o difusores en función del tamaño del área, es el método más adecuado para atender sus necesidades de agua.
Asimismo, contribuye a la sostenibilidad con las micorrizas. Las micorrizas son unos hongos beneficiosos que establecen una relación simbiótica a nivel de las raíces en la mayoría de las plantas, mejorando su capacidad de obtener agua y nutrientes del suelo y protegiéndola planta las enfermedades. Un césped micorrizado puede llegar a necesitar un 40% menos de agua que otro igual sin micorrizar. Las micorrizas se pueden aportar antes de la siembra o la instalación de tepes o durante la escarificación o aireación. Se presentan en formulados líquidos, granulados o en polvo. Para que la implantación en las raíces se produzca correctamente se debe reducir el abono, en especial el fosfórico, que dañaría a estos hongos.
3.2 Nútrelo con abono
El césped, incluso si es rústico, necesita nutrientes para mantenerse saludable y lucir un color uniforme. Por eso, es fundamental que le aportes fertilizantes específicos. En marzo, abril y mayo, cuando está creciendo con fuerza, es importante proporcionarle alimento mediante el abonado. Y lo mismo en septiembre y octubre, para prepararlo y darle fortaleza para afrontar los meses más fríos. En los periodos de latencia o de calor extremo no se debe abonar. Los más aconsejables son los granulados de liberación lenta, ya que:
No obstante, si necesitas acelerar el crecimiento de la hierba en primavera también puedes aplicar abonos de liberación rápida, que favorecen un desarrollo vigoroso y proporcionan un color verde brillante e intenso.
Las letras NPK que aparecen en los envases de fertilizantes te informan de los porcentajes de macronutrientes presentes en su fórmula. Así, NPK 20-10-5 quiere decir que contiene un 20% de nitrógeno (N), un 10% de fósforo (P) y un 5% de potasio (K).
3.3 Escarifica para favorecer la absorción de agua y nutrientes
Con el tiempo, en la base del césped, se forma un fieltro de raíces y hojas muertas que cubre la tierra impidiendo el paso hacia las raíces del agua y los nutrientes. Para rasgarlo deberás pasarle el escarificador, que es un rodillo con cuchillas verticales que realiza cortes a unos 3 o 4 cm de profundidad. Después de escarificar, pasa un rastrillo de puntas flexibles para retirar los restos vegetales que se desprenden; no te preocupes por las marcas sobre el terreno, ya que en pocas semanas habrán desaparecido. Esta operación suele hacerse en febrero y marzo para ayudar a la hierba a crecer sana y fuerte, y tras el verano. No obstante, la frecuencia debe regirse por el tipo y orientación del terreno y el clima; en zonas húmedas y áreas de sombra, por ejemplo, conviene hacerlo más a menudo.
Los escarificadores pueden ser mecánicos, eléctricos o a gasolina. Según el tamaño del área de césped y la frecuencia con que necesites hacer esta labor, deberás escoger un modelo con la potencia y el ancho de escarificado apropiado. La mayoría cuenta con varias alturas de corte o altura regulable, cuchillas para un escarificado en profundidad y púas para trabajos más superficiales. Algunos modelos también sirven para airear el terreno.
3.4 Airea los suelos compactados
El sustrato tiende a compactarse con el tiempo, especialmente si es de naturaleza arcillosa, dificultando el paso del agua y los nutrientes hacia las raíces, lo cual puede traducirse en zonas amarillentas en el verde del césped. Para revertir esta situación será necesario airear la tierra practicando pequeños agujeros con algún tipo de aireadora manual o mecánica. Esta labor es muy eficaz al final del invierno y comienzos de la primavera para ayudar a la hierba a crecer con fuerza. Si ves que las raíces no superan los cinco centímetros de profundidad, puede ser síntoma de que necesiten aireado.
3.5 Aplica recebo
Después de escarificar o airear el área de césped conviene recebarla, es decir, aplicarle una ligera capa de mantillo mezclado con arena de sílice que rellene los huecos practicados en el terreno. También puedes recebar sin escarificado previo. Se trata de reforzar la nutrición de la hierba con abono orgánico.
3.6 Escarda las malas hierbas o aplica herbicida
A menudo, la uniformidad del césped se ve interrumpida por la aparición de malas hierbas. Las siegas continuas y bajas previenen su aparición. Para mantenerlas a raya puedes realizar escardas manuales continuas, o aplicar un herbicida de hoja ancha.
3.7 Previene y combate los hongos del césped
Si observas pequeñas zonas de césped seco o amarillento, lo más probable es que obedezcan a la presencia de un hongo. Pythium, Phytophthora, Fusarium, Dollar spot (Sclerotinia homoeocarpa), Rhizoctonia son los nombres de los patógenos más comunes del césped. Debes identificar el hongo y aplicar cuanto antes el fungicida específico. La mejor forma de prevenir el ataque de este tipo de enfermedades es dándole a la hierba los cuidados de siega, riego, nutrición y escarificado que necesita para que esté fuerte. Si un hongo ha hecho acto de presencia un año, aplica un tratamiento preventivo la temporada siguiente.
3.8 Elimina el musgo
En las zonas más húmedas, compactadas y sombrías del área de césped es frecuente que aparezcan manchas de musgo, algas o líquenes. Un correcto escarificado, así como el drenaje de las zonas donde se forman charcos permanentes, prevendrán su aparición. Pero si surgen deberás aplicar un producto antimusgo. Cuando la superficie tratada se haya secado, deberás rascarla con un rastrillo o escardillo, escarificarla y resembrar.
3.9 Resiembra las calvas
Para repoblar las zonas donde el césped ha desaparecido, afloja la tierra ligeramente con el rastrillo o una azadilla, esparce semillas de césped repoblador, aplica una capa fina de mantillo y riega a continuación. El momento más adecuado es hacia el final del invierno, febrero-marzo, o en septiembre. El césped repoblador suele ser una mezcla de variedades de Raygrass de rápido crecimiento, con resultados visibles en una semana.
El césped, aunque sea de tipo rústico, exige una serie de atenciones a lo largo del año para mantenerse uniforme y bonito. Estos cuidados son imprescindibles para asegurarle energía, buena salud y, por lo tanto, belleza.
Siégalo con la frecuencia necesaria. La siega es clave para conseguir un césped uniforme y tupido, ya que los cortes constantes estimulan la extensión de las plantitas a lo ancho, evitando que se espiguen, y la aparición de malas hierbas.
La frecuencia de la siega está condicionada por el tipo de césped, el uso, el clima, la orientación y la frecuencia de riego, entre muchos otros factores. Por regla general, se debe pasar el cortacésped una vez al mes de enero a febrero; entre dos y tres veces de marzo a mayo; una vez por semana de junio a agosto, y entre dos y tres veces al mes de septiembre a noviembre.
Cada especie de césped requiere una determinada altura de corte, pero recuerda que en épocas de calor o frío intensos, o de falta de agua, conviene no cortarla muy bajo para proteger la corona del efecto abrasador del sol o las heladas.
Debes utilizar el cortacésped adecuado a tu extensión de césped, tipo y ancho de corte… y también puedes ayudarte del cortabordes, que sirve para obtener unos remates perfectos en las zonas donde no llega el cortacésped, tales como recovecos, bordes, junto a las paredes, macizos de flores, arbustos y árboles, o entre los muebles de exterior. Esta herramienta complementaria al cortacésped puede llevar motor eléctrico de cable o batería, que son muy sencillos de utilizar y no necesitan mantenimiento, o de gasolina. Los extensibles se adaptan mejor a la altura del usuario.
Césped decorativo, para todo uso o terreno de juego. Hay muchas semillas adaptadas para cada necesidad. En tres semanas, tu jardín se convertirá en una bella alfombra vegetal.