1. Si la habitación es pequeña, haz que parezca mayor pintándola en colores claros: toda la gama de blancos, amarillos y beiges.
2. Si la habitación es grande, pinta una de las paredes en un tono más oscuro. Parecerá que se reduce visualmente el espacio.
3. Si tiene falta de luz, elige colores luminosos o utiliza pintura reflectante.
4. Si hay exceso de luminosidad, mitígala eligiendo colores que absorban la luz, aunque no demasiado oscuros (tonos piedra, verde musgo, ocres o rojo inglés).
5. Si el techo es alto, píntalo de un color más claro que las paredes. Conseguirás el efecto de “acercar” el techo.
6. Si el techo es bajo, píntalo de un color más oscuro que las paredes. Conseguirás el efecto de “subir” el techo.
Se recomienda usar pinturas libres de compuestos orgánicos volátiles o que tengan un índice muy bajo, especialmente en las habitaciones infantiles. Estos compuestos pueden ser tóxicos, provocar molestias al aplicarlos, y pueden presentar efectos adversos a la larga. También puedes encontrar pinturas fotocatalíticas que utilizan la luz para eliminar la contaminación del aire y la suciedad, con lo que se reduce la presencia de bacterias.
Transmiten confianza, son estimulantes y mejoran la circulación de la sangre. Ideal para el comedor, ya que abre el apetito.
Son frescos, te conectan con la naturaleza, refuerzan el optimismo, y tienen a la vez un efecto calmante. Ideales para el salón, ya que destacan los elementos decorativos de las paredes.
Los tonos más intensos de azul transmiten fuerza y seriedad. Los más claros son los colores más relajantes del círculo cromático. Elígelo para las habitaciones infantiles, especialmente si tus hijos son muy inquietos.
Elevan el optimismo y son estimulantes, como los rojos, pero además tienen el efecto de “elevar la temperatura” del cuarto. Pinta de naranja o amarillo intenso las habitaciones más frías de la casa.