La albahaca vive mejor en maceta o jardinera que en tierra, y requiere un suelo fértil, profundo, aireado y bien drenado. Se siembra preferiblemente en semilleros, aunque también se puede plantar directamente en la tierra o en maceta, enterrando sus semillas a unos 2 centímetros de profundidad. Conviene hacerlo en primavera, entre marzo y mayo.
Cuidados de la Albahaca: luz y temperatura
Lo ideal es que reciba el sol de la mañana, y permanezca en sombra y con mucha luz el resto del día. Se puede cultivar en interior, incluso en la cocina, siempre que el ambiente sea muy luminoso. A la Albahaca le gusta el calor y no soporta las heladas.
Cuidados de la Albahaca: riego y humedad
Esta planta aromática proviene de climas cálidos y húmedos, por lo que necesita ser regada de forma regular y abundante. Eso sí, es muy importante que tenga un buen drenaje para evitar encharcarla y prevenir la pudrición de las raíces. En verano agradece las pulverizaciones frecuentes.
Cuidados de la Albahaca: abono
Para asegurar que la tierra siga siendo fértil, conviene abonar la albahaca cada cuatro semanas con abono orgánico o fertilizante de origen natural. En invierno, bastará con hacerlo cada ocho semanas.
Cuidados de la Albahaca: plagas y enfermedades
Si cuenta con las condiciones de cultivo adecuadas, la albahaca no suele enfermar ni sufrir ningún tipo de plaga. No obstante, si aparece en la planta algún insecto no deseado, lo mejor es eliminarlo a mano o con agua.
Cuidados de la Albahaca: consumo
La mejor manera de consumir esta aromática es fresca, recién cortada. Lo mejor es cortarla directamente con la punta de los dedos. Para favorecer un porte compacto, conviene escoger los extremos de los tallos. Ten en cuenta que si florece - lo que suele suceder entre julio y octubre -, el sabor de las hojas puede adquirir un toque anisado.