1. Rodillo: si se trata de grandes superficies, nada mejor que pintar con un rodillo. Los hay de distintos tamaños y tipos. Te conviene contar con un rodillo grande (de 18 a 22 cm) y otro más pequeño para columnas, salientes, etc. En cuanto al material, la elección depende de el tipo de superficie:
- Superficies lisas. Conviene utilizar un rodillo de pelo corto para un mejor acabado.
- Con gotelé. Es recomendable emplear uno de pelo largo: así la pintura llega fácilmente al fondo sin apretar el rodillo (cosa que se desaconseja totalmente porque provoca salpicaduras y sobreesfuerzos). Los profesionales suelen utilizar los clásicos rodillos de lana.
Los rodillos ateflonados permiten ahorrar pintura porque no se queda adherida al pelo.
2. Alargador: para ahorrar esfuerzo y tiempo, lo mejor es poner el rodillo en un alargador extensible (telescópico). Evitas subir tanto a la escalera y, con un poco de práctica, no tendrás que agacharte para cargar el rodillo. También puedes probar con un palo de escoba, aunque no podrás regularlo.
3. Brocha: si la superficie no es muy grande o no te sientes cómodo con el rodillo, puedes pintar con una brocha. Hay brochas de todos los tamaños: escoge una ancha, plana y con cerdas largas.
¿Y la brocha de recortar? La necesitarás siempre, aunque uses rodillo, para acceder a huecos, esquinas y al encuentro entre techo y pared. Como son redondeadas, también resultan perfectas para pintar molduras.
4. Cubeta o bandeja: esencial para cargar el rodillo de pintura. Algunas traen rejilla para descargar el exceso de pintura y evitar que gotee. Muchos fabricantes de pinturas incluyen rejillas en sus envases.
También puedes hacerte con prácticos kits para pintar.
Aprende más sobre cómo elegir útiles de pintura.