¿Conoces esa sensación de entrar en una casa y notar como si te acogiera con un abrazo? Seguro que sí, y que has pensado: “cómo me gustaría vivir aquí…” Hay muchas cosas que pueden lograr esa magia: desde la gente que habita en el espacio, hasta esos maravillosos objetos que desprenden buenas vibraciones. Pero si hay algo que realmente transmite sensación de bienvenida, de acogida, es sin duda la luz. Una luz cálida y bien elegida puede trasladarnos a ese espacio feliz donde nos sentimos como en casa, sobre todo cuando llegan los meses más frescos y cortos y nos apetece recogernos al calor (nunca mejor dicho) del hogar.
Elegir bien la iluminación de nuestros ambientes es una tarea maravillosa. Nos hace sentir como si tuviéramos el poder otorgar vida a cada espacio. Y en parte es así. Además, no es tan complicado como pudieras pensar… La luz se divide en tres tipos según la sensación que transmite: cálida, neutra y fría. Es lo que se conoce como “temperatura de luz”.
Vamos a darte un poquito de información técnica, pero no te asustes: te vendrá genial para elegir la iluminación perfecta para cada rincón de tu hogar. La temperatura de luz se mide en grados kelvin (K); cuanto mayor sea el número de grados, más cálida será la luz. Para lograr ambientes cálidos y acogedores, una temperatura de 2800 K puede ser la ideal. ¡Apúntalo!