Las rosas silvestres o salvajes son las que han crecido de manera natural sin la intervención de los seres humanos. Estas flores silvestres tienen cinco pétalos y suelen ser de color rosa, rojo o blanco. Las especies silvestres son fáciles de mantener, muy resistentes y florecen una vez al año.
Puedes reproducirlas por esquejes y crear un rinconcito silvestre en tu jardín, junto a una pared de piedra o una valla de madera
Un jardín de rosas antiguas
Se denomina rosas antiguas o viejas, a las especies de rosa que han existido desde, al menos, 1867 sin ser modificadas. Este tipo de rosas, que florecen una vez a principios del verano, destaca por su gran fragancia. Se trata de rosales muy resistentes y que no necesitan mucha poda.
Puedes cultivarlos en solitario o combinados con otro tipo de flores.
Un jardín de rosas modernas
Las rosas modernas o híbridas son las más populares. Fueron creadas a partir de las mejores variedades antiguas y existen infinidad de variedades. Son las que más se plantan y se caracterizan por tener más variedad de colores y tamaños. Además, son muy resistentes y florecen con mayor frecuencia que las silvestres y las antiguas. Las hay de varios tipos.
Las de tipo Floribunda florecen en forma de racimo. Sus flores, que aparecen durante toda la temporada, son más brillantes y más pequeñas.
Las variedades Grandiflora poseen grandes flores que crecen en tallos largos, únicos y agrupados. Destacan también por su constante floración.
Las rosas híbridas de té, las más conocidas, aparecen al final de largos tallos y sus flores son grandes y hermosas. Están disponibles en una amplia gama de colores.
Las rosas trepadoras se caracterizan por tener largos tallos que se pueden ir enredando en un pérgola o en una celosía.