Qué tipos de mamparas hay
Existen diferentes clases de mamparas de protección -modelos de escritorio, colgantes, enrollables- y están fabricadas en distintos materiales. Pueden ser de vidrio templado, metacrilato, vidrio plástico y PVC. La calidad del producto depende en buena parte del grosor del vidrio o del plástico: a mayor espesor mayor protección. Estas son las características de cada uno de los materiales.
Vidrio templado. Se sitúan a la cabeza de las mamparas de protección, ya que se trata de un producto muy resistente, inalterable, que apenas se raya y resulta muy sencillo de mantener. Estas pantallas también se pueden utilizar en espacios al exterior. Tienen una mayor duración que las fabricadas con otros materiales, y si se mantienen en condiciones normales, duran impecables muchos años.
Metacrilato y plástico no son materiales tan duraderos y cabe la posibilidad de que se arañen más fácilmente con los roces, o a la hora de su limpieza. Es conveniente cambiar esas mamparas a menudo, porque se suelen deteriorar rápidamente con el uso.
PVC. De este material están hechos los modelos enrollables. Presentan la ventaja de que ahorran espacio, ya que se pueden recoger como si fueran una persiana, pero técnicamente no se consideran una mampara, sino una cortina o estor. Su nivel de protección es mucho menor que en las dos tipologías anteriores. Resultan ideales para separar y proteger compartimentos de trabajo, y pueden ir fijadas a la pared o el techo. Se trata de productos ignífugos.
De qué tamaño elegirlas
Las mamparas de protección se presentan en muy variadas dimensiones. Si están fabricadas en vidrio, hay modelos de hasta 800x800 cm y 4 mm de grosor, e incluso se pueden encargar proyectos a medida. Las pantallas de tamaño escritorio son las más habituales y cubren la mayor parte de las necesidades, resultando muy eficaces tanto colocadas en horizontal como en vertical. En el primer caso son más prácticas cuando el usuario trabaja sentado, por ejemplo en una oficina, en una taquilla de información o de venta de entradas, etc. Y las verticales se suelen adaptar mejor a actividades que se realicen de pie, pues cubren en altura.
Muy estables y seguras
En todos los casos la estabilidad de las mamparas de protección está garantizada. Para sujetarlas, pueden llevar perfiles metálicos a modo de patas, o laterales rectos o en escuadra del mismo material que la pantalla. En función del uso que se le vaya a dar, es posible elegir un modelo con un tipo de pie u otro. Por ejemplo, si se necesitan unir varias piezas para formar parapeto en una barra o mostrador muy largo, quizás sean más prácticos los modelos con soportes de perfil metálico. Pero si se requiere mayor protección por los costados, será indicada una mampara provista de laterales.
Cómo mantenerlas y limpiarlas
Es muy importante desinfectar la mampara con frecuencia. Todas se limpian con un paño suave y agua jabonosa, aunque también se pueden emplear limpiadores o desinfectantes comerciales. Durante su uso hay que evitar en la medida de lo posible el contacto con la mampara, con el fin de que esta se mantenga en perfectas condiciones el mayor tiempo posible. Las de vidrio templado y plástico llevan en la parte inferior una pequeña ventana que facilita intercambios y transacciones comerciales sin necesidad de que exista contacto.
En cualquier caso, en el tema del mantenimiento y, según el tipo de material en que este fabricada, la mampara de protección necesitará más o menos cuidados. Como ya se ha explicado, las de vidrio templado securizado son más resistentes y no se alteran con la acción de los agentes químicos y desinfectantes. El metacrilato y plástico, por su parte, sufre mucho más, al tener que desinfectarlo dos veces al día, tal y como recoge la reglamentación respecto a este tipo de productos. De ahí que termine deteriorándose con rapidez y su aspecto pueda resultar bastante antiestético con el paso del tiempo.
En resumen, a la hora de instalar mamparas de protección elige siempre productos de calidad, de probada efectividad, resistentes y duraderos. Merece la pena invertir un poco más cuando la salud está en juego.