Es uno de los lugares de la casa que más riesgos presenta para los adultos, pero cuando se trata de los más pequeños, la cocina se convierte en un lugar hostil, con peligros que acechan a cada paso. Cuchillos afilados, esquinas puntiagudas y ardientes fogones dispuestos a quemar, cortar, golpear… Es imprescindible tomar las medidas necesarias para convertir la cocina en un lugar seguro.
Para empezar, manten a los niños lejos del fuego. Lo mejor es que no se acerquen mientras estás cocinando para evitar que se quemen. Y nunca dejes cazuelas y sartenes con los mangos hacia fuera, porque será fácil que se las tiren encima. ¿Cómo proteger estas zonas calientes y peligrosas? Instala barreras que aíslen a los peques de las placas de cocción o del horno.
En cuanto a los accesorios, tendrás que guardar fuera de su alcance cualquier cosa con la que puedan hacerse daño, desde cuchillos o tijeras hasta productos de limpieza. Detergentes y lejías han de estar custodiadas bajo llave o, si no, en lugares altos e inalcanzables para los niños. Y lo mismo sucede con los medicamentos. Ya sabes, más vale prevenir.