Qué dice tu casa de ti: una lección de sinceridad
Contemplas tu casa y una expresión de felicidad y satisfacción se apodera de tu rostro. Has conseguido que su decoración sea un espejo de ti desplegando en sus habitaciones las emociones y sensaciones que te mueven: alegría, optimismo, vitalidad, bienestar… Todo en ella te recuerda cómo eres y ayuda a los demás a conocerte.
Te habrá pasado más de una vez cuando vas a casa de un amigo como invitado. Sientes que es un libro abierto y que lo dice todo no solo sobre sus gustos decorativos, también te lanza valiosas pistas sobre su interior y qué momento personal está viviendo. Es la psicología de la casa.

Así sucede la mayoría de las veces. Tu casa es una radiografía de tu condición interna, una foto que reproduce fielmente tu estado emocional y vital y tu manera de ver la vida. Casi sin darte cuenta, de una manera nada premeditada, proyectas en ella tu identidad dando forma a una decoración que delata cuáles son tus actitudes personales y valores, tus roles sociales e incluso tus prioridades vitales.
Cuando todo esto ocurre significa que has logrado transformar tu casa en tu auténtico hogar. Es decir, has creado ese vínculo vital imprescindible entre el espacio habitado y tú.

Enhorabuena. Esas estancias domésticas que tanto te gustan narran tu historia personal. Has logrado aquello que argumentan expertos en psicología ambiental; que los espacios proyectan emociones, apegos y alegrías. Y que debido a ello es importante renovarlos con cierta frecuencia.