Los helechos se desarrollan mejor en condiciones de mucha luminosidad pero sin que les de la luz directamente. Los rayos de sol provocan importantes quemaduras en las hojas, que acaban secándose. También puede sobrevivir en condiciones de poca luz, aunque entonces sus hojas tienden a ser largas y débiles.
Además de luminosidad, un helecho necesita un sustrato húmedo constante. Eso sí, evita que se encharque, ya que puede provocar la aparición de hongos y que las raíces se pudran. Para evitar que el sustrato se seque puedes cubrir el sustrato con una capa de mantillo o mulching, que evitará que la tierra se seque, sobre todo en verano.
Ten en cuenta también que si descuidas los riegos y se marchita, después es muy difícil recuperarla. En invierno, reduce el riego: con una vez por semana puede ser suficiente. A los helechos de interior también les gusta la humedad ambiental. Para que luzca bonito, verde y fresco, pulveriza sus hojas con agua tibia.
La temperatura ideal de los helechos de interior en primavera y verano es de unos 20º y mientras que en otoño e invierno es de 16-17º. No soporta temperaturas superiores a 25º ni inferiores a 15º. Tampoco le gustan las corrientes de aire, ya sean de aire frío o caliente.
En los helechos se realiza lo que se conoce como poda de limpieza y conservación. Para esto hay que utilizar unas tijeras –bien afiladas y desinfectadas– y cortar las ramas más viejas o leñosas, así como las hojas que estén seca o marchitas y las que estén enfermas. Al podar, corta los frondes que quieras eliminar a ras del suelo. Cuando finalices, asegúrate de agregar abono y sustrato, así como pulverizar el follaje. La mejor época para podarlos es a finales de otoño para que en primavera crezca vigorosa. Pero puede realizarse en cualquier momento si la planta está demasiado tupida.
Si quieres trasplantar tu helecho de interior a una maceta más grande, la mejor época para hacerlo es durante los meses de primavera. Hazlo cuando la maceta se quede pequeña o detectes problemas con la tierra o el drenaje.