- La luz: una de tus prioridades debe ser buscar la ubicación perfecta para tu geranio. Los geranios requieren una media de 6 horas para un correcto desarrollo, por eso son residentes habituales de balcones y terrazas. Son capaces de aguantar temperaturas de hasta 30º, por lo que es aconsejable situarlos donde les dé el sol por la mañana, ya que el sol de la tarde puede dañar la planta. Asimismo, tampoco es aconsejable situarlas en un lugar en el que nunca reciban los rayos directos de sol, porque no crecerá frondosa. En el caso de que la tengas en el interior de tu casa, sitúala orientada al sur para que reciba la mayor cantidad de luz que sea posible.
- El riego: es también muy importante para que tu geranio crezca fuerte y frondoso. Durante los meses más calurosos hay que mantener la planta hidratada constantemente, siempre con cuidado de no regarla en exceso. Demasiada agua puede provocar la pudrición de las raíces. En verano puedes regarlas unas dos o tres veces por semana, mientras que durante la primavera y el otoño con una sola vez será suficiente. Finalmente, si es invierno y ha perdido todas sus flores, reduce el riego a una vez al mes o, incluso, menos.
Al regar tus geranios, debes prestar especial atención de no mojar las hojas y flores. Lo más adecuado es depositar el agua en el plato de la maceta, para que el sustrato absorba el agua que necesite. Si mojas sus hojas y flores, perderán color, aunque no afectará a la salud de la planta.
- La temperatura: aunque los geranios son unas plantas muy resistentes, además de proporcionar muchas horas de luz y mantener el sustrato húmedo, hay que protegerlos ante las bajas temperaturas ya que no toleran bien el frío. Si están plantadas en el jardín, puedes cubrirlas con un velo o manto de hibernación, que dejan pasar la luz, el aire y el agua pero abrigando a las plantas. En cambio, si las tienes en maceta, las puedes colocar en una zona interior en la que haya luz abundante, ventilación y lejos de la calefacción.