La llegada del otoño supone la vuelta a la rutina laboral y el adiós a los felices días de vacaciones. Pero también es el regreso al calor del hogar, a las veladas con los amigos, a los ratos de sofá y mantita, y a los maravillosos colores de esta estación de incomparable belleza. Y de entre ellos, nos gustan los colores de la tierra. Esos que llevan pigmentos minerales y trazas de arcilla: terracotas, alberos, óxidos, tierras, arenas… En las paredes crean ambientes naturales, con el blanco como compañero inseparable. ¿Sabías que quedan preciosos combinados con azul turquesa? Es una mezcla brillante y evocadora que nos hace viajar a parajes de nómadas y beduinos. Si tu alma es terrenal, lleva estos colores al corazón de tu casa y siéntelos latir.
Del blanco luminoso, al negro profundo; del amarillo mostaza, al azul sereno; del naranja herrumbroso, al verde invernal… Las paredes de tu casa te invitan a realizar un viaje por la ruta del color. ¿A qué esperas para hacer las maletas?