La irrupción de las lámparas LED ha ensombrecido otros sistemas de iluminación con cualidades similares, como los fluorescentes y fluocompactos. Sin embargo, este tipo de iluminación basado en la fluorescencia se hace imprescindible en determinados ambientes y usos, como oficinas y comercios, talleres y estudios, garajes o almacenes.
Este tipo de iluminación se basa en hacer visibles los rayos de luz ultravioleta (invisibles para el ojo humano) que se producen en el interior del tubo mediante un elemento flurorescente que lo recubre interiormente. Este proceso no ocurre por calentamiento de un filamento, como en las incandescentes y halógenas, sino por descarga. Simplificando mucho, te diremos que dentro del tubo puede haber mercurio y gases como el argón o el neón que reaccionan con una descarga eléctrica, producida por un cebador y controlada por el balastro, que origina una reacción, iluminando el interior de la lámpara.
Tradicionalmente eran de luz blanca fría, por lo que sus usos estaban limitados a espacios sin especiales necesidades estéticas, como garajes y sótanos. Actualmente son más comunes las lámparas fluorescentes y fluocompactas de luz cálida y luz día, con mayores posibilidades decorativas.
La temperatura del color de la luz se mide en grados Kelvin, siendo más cálida la luz con menos grados y enfriándose a medida que aumenta de grados. En fluorescencia, encontrarás luminarias de 2.700 a 6.500 º K, como norma general. En el cuadro de debajo puedes ver a qué equivalen.
Distintos tipos de lámparas de descarga, entre los que se encuentran las fluorescentes incorporan un balastro. Un dispositivo para mantener estable y limitar la intensidad de la corriente que les llega.
Los antiguos tubos fluorescentes incorporaban un balastro electromagnético que tendía a parpadear con la frecuencia de la corriente alterna (50-60 Hz) y a producir un zumbido; por eso este tipo de luz no se recomendaba para leer o para lugares de trabajo, por las incomodidades para la salud que podrían crear (migrañas).
Actualmente, la mayoría de los tubos incorporan un balastro electrónico que ha minimizado el parpadeo hasta el punto de que es imperceptible a la vista (aunque sí puede apreciarse en grabaciones de vídeo de ambientes iluminados con fosforescencia).
Vas a encontrar dos grandes tipos de fluorescentes: los tubos y las lámparas con casquillo, también llamadas fluocompactas o ahorradoras.
• Tubos fluorescentes. Precisan siempre de un portalámparas especial generalmente en forma de plafón o regleta para uno o dos elementos, donde se encuentran el cebador (o arrancador), el balastro y la reactancia. Estos son los formatos más comunes:
- T5: desde 14 a 80 vatios de potencia y con unas dimensiones desde 549 a 1.449 mm, con 16 mm de diámetro. Es el formato más moderno y eficiente, con balastro siempre electrónico. Pueden ser de luz blanca fría, natural o amarilla y también existen con el tubo coloreado.
- T8: su diámetro es de 26 mm y existen potencias de 15 a 58 W. Se encuentran con balastro electromagnético o electrónico, pero tienden a dejar paso a los T5, con mejor rendimiento. Disponibles también con el tubo coloreado.
- T12: son los más antiguos. Su grosor es de 38 mm y las potencias, las más comunes de 20, 40 y 60 W.
- T9 o Circulares: el objetivo al presentarlos en círculo es ocupar menos espacio con la misma superficie que los rectos, ya que, como te hemos contado antes, la capacidad lumínica depende, en gran parte, de la superficie total del tubo. La encuentras de 22 a 40 W.
- Especiales para acuarios y plantas: en diversas medidas y potencias, su particularidad es que emiten una luz rosada con alto contenido en radiación azul y roja, para favorecer el crecimiento de las plantas de los acuarios, de los invernaderos o de los jardines interiores.
• Las lámparas fluocompactas. Son un desarrollo mejorado del tubo para permitir su uso en la mayoría de los portalámparas de los hogares, al llevar el balastro integrado en el cuerpo, con lo que sirven para las lámparas convencionales de casquillo E14, E27 y GU10. Sus formatos:
- En forma de stick: es de luz fría; por su estética no es aconsejable para lámparas abiertas
- En espiral: de luz fría natural; adecuada, al igual que la anterior, para luminarias cerradas
- Globo: emiten luz cálida, con buena reproducción de los colores. Puede utilizarse con lámparas abiertas porque son muy decorativas
- Vela: luz cálida, ideal para pequeñas lámparas de estilo clásico, en las que pueden quedar a la vista.
- Clásica: de luz cálida y estética cuidada, sustituye perfectamente a cualquier bombilla incandescente de la casa.
- Formato dicroica: con base GU10, disponibles desde luz cálida a luz fría y con distintos colores, para usos especiales
Para que un fluorescente agote su vida útil lo más tarde posible y llegue hasta el final con la calidad de luz adecuada, es decir, para sacarle el mayor rendimiento, sigue estas pautas:
Ya te hemos explicado que el mayor desgaste del fluorescente se produce en el encendido, por lo que puede surgirte la pregunta de si resulta más rentable dejar la lámpara encendida en vez de encenderla y apagarla cada vez que entras o sales de la habitación.
Ten en cuenta que en una lámpara que puede durar 20.000 horas, el acortamiento de su vida que puede suponer un encendido no superará los 2 minutos cada vez.
Económicamente no vas a apreciar la diferencia (a menos que estuvieras encendiéndola y apagándola continuamente).
Nuestro consejo es que, si vas a estar fuera de la sala más de 15 minutos, apagues la luz al salir; el consumo eléctrico tiene un coste tan elevado incluso para una “ahorradora”, que no se ve compensado con el ahorro que consigues al alargar la vida de la lámpara.
La iluminación LED tiene la misma o similar capacidad lumínica que la fluorescencia, pero con la mitad de potencia. Por eso, es una buena idea sustituir los tubos fluorescentes que se gastan por tubos LED. Puedes usar las mismas regletas o bases, ya que las medidas están normalizadas. Solo tendrás que cambiar el cebador (o iniciador) de la lámpara fluorescente con uno compatible con LED.
Tanto los tubos fluorescentes como las lámparas ahorradoras tienen una pequeña cantidad de mercurio en su interior (alrededor de 10 mg los primeros y menos de 5 las segundas). Si no se tratan adecuadamente, los residuos de este metal líquido pueden resultar tóxicos y contaminar el medio ambiente, especialmente el agua. Te damos unos consejos para tratar correctamente los que deseches: