Los esmaltes forman películas más lisas, duras y resistentes que las de las pinturas convencionales. Se usan habitualmente para pintar muebles y carpintería de interior, aunque también los hay para metales, vidrio, hormigón y superficies de exterior. Pueden tener un acabado mate, satinado o brillo.
Esmaltes acrílicos (o al agua).
Se diluyen con agua. Secan más rápidamente que los esmaltes sintéticos y no huelen. Solo hace falta agua para limpiar las brochas y rodillos utilizados para su aplicación. La desventaja es que son menos resistentes que los sintéticos.
Esmaltes sintéticos.
Se diluyen con disolvente sintético o aguarrás mineral. Están formulados a base de resinas alquídicas que les proporcionan flexibilidad y los hacen más resistentes a los golpes, roces, arañazos… Estas características los convierten en recomendables para objetos o mobiliario de uso intenso. La limpieza de las brochas y rodillos utilizados también se hace con disolvente. Al contener disolvente, tardan más tiempo en secar.
Dentro de los sintéticos se encuentran los esmaltes de poliuretano. Pueden ser mono o bicomponentes (un compuesto a base de resina de poliuretano se mezcla con un endurecedor en el momento de uso). Son los más resistentes a la intemperie, a los productos químicos y al rayado. Se deben aplicar sobre superficies muy secas y con una humedad ambiental inferior al 85%.
Puedes encontrar esmaltes acrílicos y sintéticos en diferentes acabados: mate, satinado, brillo, metalizado, efecto laca… El acabado mate es el que disimula mejor las imperfecciones de la superficie, el satinado refleja más la luz, mientras que el brillo ofrece una buena nivelación y es el acabado más fácil de limpiar.
Puedes aplicar directamente el esmalte, pero obtendrás un mejor resultado si aplicas la primera mano diluida. Sigue las indicaciones el fabricante en cuanto a la proporción de agua o disolvente.
Los esmaltes anticalóricos son aquellos indicados para mantener, proteger y decorar las superficies metálicas sometidas a altas temperaturas como estufas y chimeneas, barbacoas, tubos de escape, conductos de evacuación de humos, etc.
En primer lugar debes preparar la superficie sobre la que vas a pintar. Esta tarea es esencial para conseguir un buen resultado.