La pintura blanca es una solución versátil que combina con todo tipo de colores y te permite crear infinidad de estilos. Disponible en acabado satinado y mate, aporta luminosidad a las estancias y sirve de base para crear con colorantes el color que más te guste.
En la elección de la pintura, blanca o de color, debes tener en cuenta dos características básicas:
Cubrición o número de capas. Es la capacidad de una pintura para tapar o cubrir el fondo (cuanto más cubre, menos capas hay que dar). Es decir, una pintura de mayor cubrición puede hacerte la tarea más fácil ya que exige menos tiempo y esfuerzo.
Las pinturas monocapa te permiten cubrir colores intensos con solo una mano de pintura.
Lavabilidad. Es la resistencia al lavado para eliminar las manchas. Una pintura de alta calidad te permite pasar un paño húmedo para eliminar las manchas sin quitar la pintura.
La pintura satinada es más resistente y lavable, de ahí que se recomiende para estancias de alto tránsito como pasillos y habitaciones infantiles. Al reflejar la luz, las posibles imperfecciones de la pared se hacen más evidentes.
La pintura de acabado mate disimula las imperfecciones de las paredes y los techos y cubre más. No obstante, para tapar colores intensos y conseguir buenos resultados te recomendamos aplicar una primera capa de imprimación.
Las pinturas al agua reducen los contaminantes en tu hogar. Contienen bajo niveles de COV (compuestos orgánicos volátiles) que dañan la capa de ozono y la salud. Estas pinturas son con base de agua y no contienen disolventes.
La normativa Europea establece que las pinturas mate para paredes y techos de interior pueden contener un máximo de COV 30 g/l de COV (el límite es de 100 g/l en el caso de las pinturas brillantes), sin embargo puedes encontrar pinturas con niveles de COV entre 0 y 1. Además de ser menos tóxicas que las pinturas sintéticas (al disolvente, como esmaltes o lacas), huelen menos y se secan al tacto en menos de una hora.
Existen productos adaptados a diferentes necesidades según la estancia, el acabado y la superficie que vayas a pintar.
Las pinturas resistentes al moho, por ejemplo, liberan gradualmente iones de plata (Ag+) –que actúan de barrera antibiótica- para proteger la superficie del moho, los hongos y las bacterias.
Otras soluciones son las pinturas para techos que no gotean, las pinturas para estucar y crear superficies en relieve o las recomendadas para agrandar visualmente el tamaño de la estancia.
Para calcular la pintura que vas a necesitar debes atender al rendimiento de la pintura (metros cuadrados que cubre por litro) y a la cubrición o número de capas. Con una pintura monocapa bastará con una mano de pintura, mientras que en el caso de las pinturas convencionales necesitarás dos o más manos en función de la intensidad del color de la pared.
Como regla general, para calcular los botes de pintura que necesitas basta con dividir la superficie que hay que pintar entre el rendimiento por litro indicado en el envase por el fabricante. El resultado es el número de litros que se necesitan para la superficie que quieres pintar.